Misteriosas desapariciones de viajeros en escocia en el siglo XVI

Sawney Beane en la entrada de la caverna

La familia de Sawney Beane tuvo bastante que ver en las desapariciones que a finales del siglo XVI y principios del XVII ocurrieron en escocia.
Sawney Beane que nació en una familia granjera a las afueras de Edimburgo, cerca de la costa oeste de Escocia, en algún momento a finales del XVI.

Con la compañía de su mujer, abandona el hogar siendo bastante joven, y emprenden un viaje hacia el lado opuesto del país. En la mitad del viaje deciden ocultarse en una caverna. La entrada era una pequeña grieta a través de la cual se extendía una cueva de mas de un kilómetro.

La citada caverna le sirvió como hogar a los Beane durante los siguientes veinticinco años.

En un principio subsistían de las pertenencias que habían robado a los distintos viajeros que fueron asaltados y asesinados. Pero en poco tiempo sus necesidades iban a ser más exigentes. Una practica habitual era el incesto en la caverna, de tal manera que se mantenían relaciones entre hermanos, padres, madres e hijos... La necesidad de comida iba en aumento, pues la familia creció mucho. La solución a sus necesidades, la seguían encontrando en los viajantes que iban asaltado, pero empezaron a transportar los cadáveres a la caverna, donde eran devorados. Se aficionaron a la carne de seres humanos.


En el curso de 25 años estuvieron desapareciendo viajeros en las extensiones rocosas de Galloway; lo único que se encontraba de los desaparecidos eran algunos restos, pequeñas partes del cuerpo encontrados ocasionalmente en la costa, despojos que no solían consumir y arrojaban al mar.

Los restos humanos suscitaban las más diferentes teorías. Una de las teorías mas corrientes era que los viajantes podrían haber sido atacados por una manada de lobos; sin embargo, ésta hipótesis no se sostuvo durante mucho tiempo pues no sólo desaparecían individuos que viajaban solos, sino que también se echaron en falta a numerosos grupos, en ocasiones atacaban a grupos de cuatro, cinco e incluso seis personas si iban a pie, pero, nunca a mas de dos si iban a caballo. Al parecer eran muy cuidadosos asegurándose las posibles vías de escape y nunca dejaban a nadie vivo.

Habían explicaciones, algo más descabelladas: podría ser que los terrenos rocosos estuvieran habitados por hombres lobo o demonios.

Con el paso del tiempo surgieron otras hipótesis, alguno de los dueños de las posadas cercanas los debía ejecutar por las noches mientras dormían y enterrarlos en algún lugar aislado para no ser descubiertos. Esta hipótesis ocasionó muchos juicios a inocentes que según la tradición de la época eran torturados hasta que se les arrancaba una confesión de culpabilidad y posteriormente se les ejecutaba. Una gran cantidad de posaderos inocentes fueron asesinados por este motivo y muchos otros abandonaron su trabajo por miedo a ser los siguientes. Esto ocasionó que la zona aún se volviese más desierta y el transito de mercaderes y viajeros descendiera bastante.
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Interior de la caverna

Una de las tardes, un grupo de 30 personas regresaban a casa después de haber pasado el día fuera cuando escucharon unos gritos delante de ellos. Al llegar al lugar de los gritos se encontraron con un hombre que se defendía pistola en mano contra una banda de atacantes de aspecto salvaje. Muy próximo al hombre estaba su mujer en el suelo, destripada, mientras algunos de los atacantes le arrancaban pedazos de carne y se la comían cruda. Las mujeres del clan salvaje le habían cortado el cuello y bebían la sangre. El hombre temeroso de tener su misma suerte se defendía desesperadamente con su pistola así como con su espada contra una "jauría" de entre 25 y 30 hombres del clan. Los viajeros, atónitos, no podían creer lo que estaban viendo. Al ser descubiertos, el clan de los Beane huyó hacia las colinas. Ya existían pruebas sobre las misteriosas desapariciones.

El testigo que aportó la información sobre lo ocurrido fue el marido superviviente del ataque. La historia llegó a oídos del mismo rey James I de Inglaterra, el cual decidió tomar serias medidas: envió a 400 soldados acompañados de perros de caza a la zona; los perros encontraron rápidamente la entrada de la caverna, el fuerte olor a carne les facilitó la búsqueda.

Los soldados del Rey penetraron en la cueva, siguiendo el pasadizo en forma de zig-zag hasta llegar al hogar de los Beany. Allí encontraron a 48 personas: Beane y su mujer, sus 8 hijos, 6 hijas, 18 nietos y 14 nietas, fruto de los continuos incestos entre todos ellos. El lugar estaba lleno de brazos, piernas y demás miembros, amontonados unos sobre otros. Algunos trozos de carne habían sido salados, con intención de conservarlos para los siguientes meses.

Después de ser descubiertos y arrestados, el rey los calificó como bestias salvajes no merecedoras de juicio alguno. Tanto Sawney como los 26 hombres del clan fueron torturados y desmembrados en público. Todo el proceso fue contemplado por las mujeres del clan salvaje, a quienes les esperaba morir quemadas vivas en la hoguera.